¿Argentina también participa de la Tercera Guerra Mundial en partes?

La búsqueda del ARA San Juan puso al país en agenda internacional y generó interrogantes sobre sus debilidades en materia de defensa del Mar Argentino. Los intereses globales en juego.

Opinión26 de noviembre de 2017 LISANDRO SABANÉS 
Infografia ARA

La noticia en desarrollo de que probablemente hubo una explosión dentro del submarino el día 1 de su desaparición y las responsabilidades de las autoridades de la Armada y del Gobierno por el episodio, no permite -lógicamente, por el dramatismo de la situación- apreciar con claridad la compleja trama geopolítica detrás la desaparición y búsqueda del ARA San Juan.
Es altamente probable que la explosión se explique más por la extendida corrupción y consecuente desidia que ocupó y ocupa muchos niveles del Estado argentino que por conspiraciones internacionales, pero la política de reducción presupuestaria de las Fuerzas Armadas instrumentada desde 1983 tiene mucho que ver y no fue ni es una decisión azarosa.
Tuvo, en cambio, razones políticas valederas, al menos en su momento. La primera de ellas, obviamente, la derrota en Malvinas y la consecuente caída de la Junta Militar que gobernaba la Argentina. La democracia y los juicios pusieron luz sobre los horrores de la represión ilegal instrumentada desde el Estado por las FF.AA. y facilitó las políticas de achicamiento presupuestario del gobierno de Raúl Alfonsín, que tenían como objetivo principal excluir a los militares en el rol de actores principales del escenario político nacional que venían ocupando desde 1930.
En ese sentido, el gobierno de Carlos Menem les dio el golpe de gracia tras el fracaso de la rebelión del ala nacionalista del Ejército liderada por el coronel Mohamed Alí Seineldin en 1990 y el caso del soldado Carrasco que puso fin al Servicio Militar Obligatorio en 1994. La corrupción, estrella de los titulares de los diarios en los 90, tuvo también su presencia en el ámbito militar y ayudó, aunque, paradójicamente, la condena que Menem evita cumplir por el combo de fueros + falta de sentencia firme en última instancia es justamente por la venta ilegal de armas y su derivado de la explosión en Río Tercero. 
Pero hubo otro episodio que pasó más desapercibido, que fue la firma del Tratado de Madrid en 1990, que significó la reanudación de relaciones entre Argentina y el Reino Unido. Ese pacto incluía cláusulas fundamentales de limitación para el equipamiento de la Armada, consolidando el triunfo inglés en Malvinas y su principal consecuencia, que no es el simbolismo de las islas ocupadas por un pabellón extranjero sino el control militar del Atlántico Sur en virtud de su importancia geopolítica y sus riquezas naturales.
Ese tratado nunca fue denunciado por Argentina y, más allá de las ofensivas diplomáticas en la ONU de los gobiernos de los Kirchner, las políticas de achicamiento presupuestario en la Fuerzas Armadas en general y en la Armada en particular continuaron, combinando el discurso progresista de derechos humanos que señala los resabios de la dictadura que sobreviven en las FF.AA. con las necesidades de las potencias, no sólo Inglaterra y Estados Unidos sino también China, cuyos pesqueros suelen ingresar al Mar Argentino con o sin los permisos correspondientes, como quedó en evidencia en el episodio del hundimiento del pesquero chino en marzo de 2016. Es importante recordar que China es el principal comprador del principal producto argentino de exportación. La bendita soja. El oro verde.
Aparece entonces con fuerza la tragedia argentina. Todo país que busque desarrollarse necesita proteger sus recursos, sus fronteras, su seguridad exterior. ¿Cómo hacerlo con fuerzas armadas como las actuales, que cargan todavía con el oprobio de haber sido las instrumentadoras de un plan sistemático de exterminio de sus connacionales? Salvando las distancias, es el mismo interrogante que emerge con el remanido tema de la inseguridad. ¿Cómo combatir el delito con fuerzas policiales que casi aparecen más en las noticias por episodios de corrupción que por detener delincuentes, sin contar su participación en la represión de los 70?. 
La tragedia del ARA San Juan muestra al país en su peor faceta. No solo el Estado corrupto e ineficaz, sino la vulnerabilidad en el ámbito internacional.
Atendiendo ese plano, surgen muchos interrogantes sin respuesta clara:
¿Qué hacía el submarino en esa zona, a 300 kilómetros de Punta Mogotes?
¿Por qué la jueza a cargo de la investigación afirmó que era una embarcación de guerra y que la misión que tenía es un secreto de Estado?
¿Fue una maniobra distractiva porque se sabía en las altas esferas del poder de la explosión el día 1 o realmente tenía una misión secreta en una zona sensible?
¿Se hizo a espaldas del Gobierno?
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Por otra parte, los aportes internacionales no son ni un intento de invasión ni una muestra de apoyo al gobierno de turno sino consecuencia de tratados de reciprocidad que tienen la Armada y el país. ¿Pero la oferta de colaboración del presidente ruso en persona, Vladimir Putin, no tuvo nada que ver con que pocas horas después el presidente norteamericano Donald Trump, a través de su vía predilecta de comunicación que es Twitter, dijera que él en persona había ordenado la ayuda? ¿Por qué la competencia? ¿Sólo cuestión de egos y vanidades de cara a la opinión pública? ¿Sólo ayuda desinteresada en un caso de alcance global?
Otra duda: ¿La decisión de los británicos de comprar en estos días un escudo antimisiles de tecnología israelí de más de 100 millones de dólares es, como dijo el períodico Daily Mail, consecuencia de los cinco aviones que Argentina le compró a Francia con el objetivo de proteger la Cumbre del G20? ¿O tiene que ver con razones de Estado que se desconocen pese a que se desarrollan en territorio nacional? ¿Inglaterra cree seriamente que con esos cinco aviones hay en Argentina hipótesis de guerra nuevamente? Si no lo cree, ¿de quién quiere defender a las Malvinas?
¿Será la tragedia del ARA San Juan el caso “tren de Once” para las políticas de defensa del Mar Argentino? ¿Puede Argentina tener políticas de defensa con estas FF.AA. que cargan con un pasado oscuro? ¿Con qué otras? ¿Hay margen global para hacerlo o el país debe someterse a las voluntades de los “grandes”?
En un mundo envuelto en lo que el papa Francisco llama la Tercera Guerra Mundial en partes, lo difícil parece ser quedar afuera.
Fuente: LetraP

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