Justicia a la carta: el protagonista del “si nos matamos” pagó, pidió perdón y volvió al anonimato

Ignacio Aróstegui, el joven de Berazategui que se volvió viral por conducir ebrio a toda velocidad en Mar del Plata mientras gritaba “¡si nos matamos, nos matamos!”, acaba de demostrar que en Argentina el límite entre el peligro y el papel firmado puede ser bastante flexible.

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si nos matamos nos matamos

Recordado por su memorable (y preocupante) frase al volante, Aróstegui logró evitar el juicio penal accediendo a una probation, ese mecanismo judicial que en casos como este viene a ser el equivalente legal de “te portás bien y seguimos como si nada”.

Para acceder al beneficio, el joven debió pagar casi 400 mil pesos —una suma que, para algunos, equivale a una condena; para otros, apenas a la franquicia de una llanta del auto con el que zigzagueó por la costanera. La cuenta incluyó multas, acarreo, estadía del vehículo y una "reparación" por los daños al municipio de General Pueyrredón. Un número redondo que, al parecer, también sirve para reparar el sentido común.

La justicia, siempre generosa con los arrepentidos mediáticos, le pidió a cambio algunas condiciones: mantener domicilio en Berazategui (tampoco tan difícil), asistir al Patronato de Liberados, hacer un curso de alcoholemia (que claramente no hizo antes del volantazo viral), y someterse a tratamiento psicológico, lo que quizá debió haber hecho antes de gritarle al país que su vida y la de otros era un chiste en cuatro ruedas.

Por supuesto, también tiene prohibido conducir, aunque esa parte no generó tanto impacto: si algo nos enseñó su video, es que las reglas de tránsito nunca fueron su fuerte.

El episodio ocurrió en 2021, cuando con 1,03 gramos de alcohol en sangre, Aróstegui embistió un cantero y un poste en la costanera de Mar del Plata. Todo quedó registrado por su copiloto, que probablemente creyó que estaban grabando una escena para “Rápido y Furioso: Edición Balnearia”.

Acusado de “prueba ilegal de velocidad con peligro para la seguridad pública”, enfrentaba hasta tres años de prisión. Pero gracias a la probation, la historia judicial termina sin rejas... y con terapia.

Según trascendió, Aróstegui continúa trabajando como repositor en un supermercado. Sus redes sociales cerradas, su celular cambiado, y su paso por el estrellato viral reducido a un mal recuerdo y algunas cuotas judiciales.

Eso sí: si incumple con lo pactado, la probation se cae. Pero tranquilos, seguro que esta vez sí va a tomar conciencia.

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